Cuando termine la
recesión habremos perdido 30 años en derechos y salarios
Por CONCHA CABALLERO
Un buen día del año 2014 nos
despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de
tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos
harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay
síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas.
Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que
depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a
poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014, la
crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos,
nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste
y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis
ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de
crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido
publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto
final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es
difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes:
hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014, cuando
los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el
trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto;
cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en
una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de
trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas
paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de
huir del infierno de la desesperación, ENTONCES LA CRISIS HABRÁ
TERMINADO.
Un buen día del año 2014, cuando
los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema
educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña;
cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se
parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por
cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas,
cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar
nuestras vidas, ENTONCES SE HABRÁ ACABADO LA CRISIS.
Un buen día del año 2014, cuando
hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos
—excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los
charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda;
cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto
todos los puentes de la solidaridad, ENTONCES NOS ANUNCIARÁN QUE LA CRISIS HA TERMINADO.
Nunca en tan poco tiempo se habrá
conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas
derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan
brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra.
Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado
las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las
condiciones del armisticio.
Por eso, no sólo me preocupa
cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo
será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y
resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente
han ganado entraría nuevamente en disputa.
De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30
años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social:
un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por
allá y voilà: su obra estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier
día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los
años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las
últimas condiciones de nuestra rendición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario